- Área: 20400 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Pedro Pegenaute
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Las 90 viviendas de protección oficial de Buztintxuri se han distribuido en dos bloques análogos paralelos y simétricos, con un sótano de dos plantas que alberga un garaje mancomunado con plazas y trasteros, así como un local comercial en la “planta sótano -1” que está a la misma rasante que la calle ferrocarril.
64 VPO en dos bloques (B+3)
26 VPO en un bloque (B+5)
Local comercial en sótano -1 (Baja)
Plazas de garaje y trasteros en sótanos -1 y -2.
Este proyecto tiene como requisito fundamental el de proporcionar vivienda de protección oficial a 90 familias del modo más digno y funcional posible. Este primer requisito no sólo alcanza la exclusiva definición de las viviendas -en sí mismas como unidades habitacionales aisladas-, sino que nos ha avocado a un segundo requisito inmediato de igual importancia que el primero: en todo momento se pretende dotar a la propuesta de un sentido unitario que fomente la caracterización de la manzana como ente colectivo y como espacio de relación humana.
Como principal condicionante los redactores han encontrado que la manzana 13, a diferencia de la mayoría de manzanas del entorno del Plan Parcial de Buztintxuri, no es regular, sino que presenta una porción considerable ocupada por una preexistencia consolidada por el Plan Municipal de Pamplona. Es un edificio colectivo de viviendas con planta en forma de “H” que se ubica en el extremo noroeste de la manzana. Esta preexistencia presenta un paramento que constituye una medianera con la parcela objeto del proyecto, y su ineludible presencia se ha tenido en cuenta en la redacción del proyecto de ejecución y en el de urbanización, a fin de conferir unidad a la propuesta, con la convicción de que este proyecto, más allá de constituir una respuesta satisfactoria a un programa convencional de viviendas, pretende responder al hecho urbano.
Como primera intención, con el fin de lograr una propuesta de carácter unitario, se plantean dos bloques que aparecen como sendos prismas “limpios”, puros, de paneles de hormigón prefabricado que descansan sobre un potente basamento de hormigón in situ. Se mantiene cierta tensión visual entre ambos bloques, gracias a sus proporciones y a la distancia bien medida que media entre ellos. El vacío que los separa es donde se prevé la escena urbana más fundamental: el jardín interior común. Todos los accesos a portales se producen desde ese espacio urbano del jardín, con lo que se logra reforzar su carácter central y público de relación.
Como primera medida para dotar de dignidad y funcionalidad a las viviendas de ambos bloques se discrimina radicalmente la zona diurna de la nocturna. De este modo, se procede a ubicar todos los dormitorios dando hacia las calles exteriores de la manzana; Por el contrario todas las cocinas y piezas de estar se han colocado dando al jardín interior de manzana, que constituye el foco central compartido por la comunidad de propietarios. De este modo, se logra que las zonas “diurnas” de las viviendas, donde previsiblemente tendrá lugar la vida común de cada una de las familias, tenga una relación visual directa con el espacio exterior comunitario, verdadero eje del proyecto. La separación de zonas de día y de noche queda reforzada mediante la inclusión entre ambas de los baños y aseos.
Una vez fijadas estas pautas, se ha procedido a traducir a las fachadas lo que acontece detrás de ellas. Se pretende así huir de formalismos arbitrarios pasando únicamente a la mera “notificación” en fachada del uso, necesidades y carácter de las estancias correspondientes que protegen. La marcada separación diurna-nocturna en planta se traslada a una diferenciación sólido-leve del carácter entre las fachadas interiores y exteriores. Por esto el proyecto muestra una clara diferenciación de forma y materiales entre las fachadas exteriores a calles y las fachadas interiores a jardín de manzana.
Como estrategia arquitectónica se decide mantener una imagen de compacidad y solidez hacia el exterior mientras que se busca la permeabilidad y ligereza hacia el jardín interior. Para lograrlo se presentan los dormitorios al exterior como una larga iteración de huecos casi cuadrados, dispuestos regularmente de modo que la propia fachada se organiza mediante la superposición y concatenación de un único tipo de panel de hormigón prefabricado, fácilmente repetible en serie. De ese modo se conserva intacta la potencia expresiva de los prismas de hormigón hacia las calles que parecen apoyarse levemente en el rústico basamento inferior. Constructivamente, se logra así además industrializar el proceso de montaje de las fachadas, sin restarle la necesaria dignidad adecuada al uso.
Por el contrario, las fachadas interiores, muestran unas franjas horizontales que discurren en toda su longitud para cada una de las plantas, quedando encintadas entre paneles horizontales de hormigón prefabricado. Estas franjas “contienen” los huecos de carpintería vertical metálica así como unos cerramientos de panel sándwich con estrías también verticales. Estas “franjas” quedan acentuadas mediante la presencia unos potentes marcos cuadrados de aluminio con vidrios traslúcidos levemente tintados que ocultan unos vuelos abiertos de tendederos. Con esta operación se logra obtener una estructura flexible que -entre el rigor y la aleatoriedad- caracteriza diferenciadamente al exterior cada unidad habitacional sin menoscabar por ello la rotunda imagen de conjunto.
Ni que decir tiene, que este despliegue horizontal de bandas metálicas con una profusa vibración proporcionada por las ventanas verticales y los grandes cuadrados de cristal consigue superar la violencia con que la preexistencia irrumpe en la manzana amenazando su unidad simbólica y funcional.
